Vivimos en el presente, pero es normal que nos preocupemos por nuestro futuro, más aún cuando se trata de nuestro capital financiero, o por proteger el futuro financiero de nuestros hijos.

Para poder mantener tu capital financiero seguro te recomendamos:

Lo primero, elabora un presupuesto a tu medida y que puedas tener siempre cerca para consultarlo. Es importante que esté actualizado de manera constante y que muestre todos tus gastos e ingresos tanto previstos como reales.

Debes invertir tiempo, esfuerzo y ganas en este punto para que luego todas las cuentas te cuadren, por lo que, además, es recomendable que lo tengas dentro del teléfono o de un dispositivo como una tablet o un ordenador, para que puedas consultarlo siempre que lo necesites.

Una vez tengas el presupuesto hecho, debes hacer un seguimiento. Es decir, revisa tu cuenta de crédito con regularidad, por ejemplo, todos los domingos por la noche, así conocerás cuánto estás gastando, cuánto te queda y tendrás conciencia de lo que tienes para poder distribuirlo correctamente y no encontrarte sorpresas.

Ahora que ya tienes controlado a dónde van tus gastos, con tu capital financiero podrás hacer aún más cosas. Por ello te recomendamos también automatizar algunos procesos, ¿cómo? Pues es muy sencillo: desde tu cuenta bancaria puedes establecer algunos procesos que se realicen de forma automática como, por ejemplo, ingresar dinero en una cuenta o hacer una transferencia, de tal forma que, si todos los meses necesitas enviarle dinero a alguien o ahorrarlo en otra cuenta, podrás automatizarlo para que no se te olvide y así no gastarlo en otra cosa.

Por supuesto, aunque parezca evidente debemos recordártelo: paga todas las deudas que tengas en la medida que puedas, es decir, prioriza qué deudas debes asumir primero y cuáles después y ve pagándolas poco a poco. A partir de ahora, manteniendo tu capital financiero seguro, ¡será más fácil que puedas gestionar estos pagos!

Y, por último, dos consejos para aprovechar tu capital financiero una vez asegurado:

El primero: construye tu propio colchón de ahorros por si en algún momento tienes un imprevisto y necesitas tener dinero fijo asegurado.

Y el segundo: invierte, en la medida que puedas, fuera de tu negocio, para intentar tener algunos ingresos extra o, por lo menos, dinero almacenado repartido por si te hiciera falta y que pueda sacar rentabilidad en algún momento.