El fallecimiento de un ser querido es lo que nos devasta, la ausencia que percibimos a lo largo de los días posteriores genera mucho estrés.
Las fases del duelo son una manera sencilla de identificar la manera en la que nuestra mente se adapta a esta nueva situación. Es un proceso conocido y que, de alguna manera, todos hemos pasado en algún momento de nuestra vida.
Las fases del duelo
Son escalonadas y no significa que sean identificables. Así mismo la duración de las mismas depende de cada uno y su capacidad de adaptación.
Negación. La pérdida nos invade, nos da un golpe para el que no estamos preparados, por esto negamos que exista, pedimos que esa realidad no sea cierta y nos permita un receso. Hay quien niega la situación y otros, niegan el dolor que les produce.
Enfado. Sentimos rabia, una forma muy humana de pedir ayuda. Es una herramienta que nos ayuda en la supervivencia, por lo que negarla o esconderla es dañino.
Negociación. Por un breve espacio de tiempo, queremos pactar con el destino una fórmula para poder revertir la situación. Buscamos alternativas para evitar el suceso, pero no las encontramos, en este proceso agotador debemos superarnos y aceptar.
Miedo o depresión. Tristeza, incertidumbre, vacío, dolor, todos los sentimientos que nos recuerdan que la pérdida existió y que la vida debe reconstruirse.
Aceptación. Es la última fase. Llegar aquí es difícil y requiere de mucho trabajo. En esta fase reconocemos que esta pérdida forma parte de la vida, que esta pérdida es un paso más.
La herencia
Sea mediante un testamento o sin él, tenemos que ser conscientes de que aquellos que se van dejan detrás una vida llena de recursos y ahorros. La lucha por la herencia suele crear grandes tensiones familiares e incluso ruptura de relaciones.
Son pocos los que dejan sus asuntos en orden. Desconocimiento o despreocupación no deben ser una barrera. Hay seguros de vida que contemplan la elaboración de un testamento para evitar que una familia en duelo entre en batallas legales.
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